Historia de la Odontología. Capítulo III: Los Mayas

by Laura Manonelles 28/12/2012

La civilización maya se extendió por el sur del Yucatán, parte de Guatemala y Honduras entre los siglos IX y III a.C.

Los mayas no constituían un estado unificado, sino que se organizaban en varias ciudades-estados independientes entre sí que controlaban un territorio más o menos amplio.

Centrándonos en la odontología, las investigaciones han demostrado que el pueblo maya no consumía azúcar y que su sociedad tenía la costumbre de lavarse los dientes después de las comidas. Sin embargo, este pueblo no estuvo exento de caries desde los tiempos más remotos.

Ello se debió a una dieta relativamente blanda, muy rica en carbohidratos y pobre en proteínas y vitamina C, que también provocó un índice elevado de periodontitis (inflamación de las encías) dentro de la población maya.

Según los vestigios encontrados, los mayas tenían la costumbre de aserrarse los dientes dejándolos como dientes de una sierra. Esta práctica, que se realizaba mediante ciertas piedras abrasivas y denotaba galantería.

Pero si por algún vestigio arqueológico es conocida esta civilización es por su capacidad de realizar incrustaciones o mutilaciones dentales con piedras semipreciosas sin carácter médico. Se cree que sus prácticas odontológicas tenían un carácter religioso y social, pero sobretodo estético y su tecnología era notable observando la preparación de la cavidad dental de las piezas a tratar.

Para los mayas sus dientes y su sonrisa tenían una gran importancia y denotaba rango social y belleza.

Incrustaciones dentarias mayas

Existen muchos vestigios arqueológicos sobre la odontología del pueblo maya, mayormente en Guatemala. Estos vestigios ofrecen una considerable información morfológica y paleopatológica, así como a la vez son clave potencial para interpretar rasgos ideológicos de orden religioso y cosmogónico cuando, como en el caso de las incrustaciones dentarias de jade y otros materiales, los mayas expresaron una ideología mítico-política mediante una alta tecnología odontológica ejecutada para fines no dentarios o médicos.

Las formas en que se realizaban las incrustaciones o mutilaciones dentarias eran varias y siempre afectaban las caras proximales y los bordes incisales de los dientes anteriores. El corte que se hacía en las parte libre de los incisivos quedaba dividido por escotaduras rectangulares o triangulares, siendo considerado por algunos arqueólogos que se realizaba con fines ornamentales y religiosos, teniendo en los cortes asociaciones a imágenes de esta índole. Franz Bloom, arqueólogo danés, creyó que estos cortes significaban el espíritu, la vida, el aliento, etc o bien que obedecían a ideas mágico-religiosas privativas de las personas de alto rango político o social, pues el mando y el sacerdocio coincidían en la sociedad maya.

El análisis odontológico de las incrustaciones dentarias mayas demuestra que eran efectuadas en la persona viva y siempre en piezas anteriores exentas de caries.

La cavidad se realizaba con un taladro rudimentario, empleado cuarzo como abrasivo por su dureza. La incrustación podía ser de jade, amatista, hematita, turquesa, cuarzo, cinabrio y pirita de hierro. Finalmente, se fijaba la incrustación con un ajuste perfecto a la cavidad mediante un cemento de fosfato de calcio.

Todo parece evidenciar que el cemento no tenía mayor poder adhesivo que los utilizados en la actualidad, la incrustación se fijaba por fuerzas mecánicas resultantes del ajuste al excepcional tallado y no por las propiedades químicas adherentes.

 

Imagen del tallado dental para la posterior colocación de la incrustación.


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